Luis Suárez, el último exponente

La abuela de Luis Suárez contó los problemas de familia que la envuelven

domingo, 8 de julio de 2018


María Josefa Reyes habla de sus nietos y se le humedecen los ojos. La abuela de Luis Suárez intenta contener las lágrimas, pero resulta una misión imposible cuando empieza a repasar las penurias sufridas en los últimos tiempos.

La voz de “Pelusa” se entrecorta, pero sus palabras son punzantes, incisivas. En diálogo con EL PUEBLO acusa a su hija mayor Sandra, madre de Luis, de mandarla a Salto sin pasaje de vuelta y de regalar sus pertenencias sin su consentimiento.

La historia es conocida, pero es de rigor repasarla: María Josefa volvió a nuestra ciudad en setiembre de 2013, antes de que su hijo Jorge, el único que reside en Salto, tuviera tiempo (y dinero suficiente) para construir una habitación para ella en la casa que habita en el Cerro. Para salir del paso, le alquiló una pieza precaria en una vivienda de la zona, hecho que provocó la intervención de la Intendencia de Salto, quien alojó a la abuela en una residencia municipal para personas de tercera edad.

La mujer de 65 años, que admite haber perdido “unos cuantos kilos” por la angustia sufrida, contó los pormenores de su situación, y admitió que sus nietos Luis y Paolo, quienes se desempeñan como futbolistas en el Liverpool de Inglaterra y el Comunicaciones de Guatemala, no se han interesado mayormente en su caso.

El mano a mano con este diario se registró en la humilde vivienda que es propiedad de la propia María Josefa, quien aclara que “esta casa la hipotecó mi marido y cuando estábamos a punto de quedarnos sin nada, mi hijo Jorge pagó la hipoteca y se hizo cargo de todos los gastos. Ahora vive él con su señora y sus hijos y está bien que así sea, porque si no fuera por el esfuerzo que hizo para cancelar todas las deudas, nosotros no estaríamos acá sentados”.

PROBLEMAS DE FAMILIA

-¿Por qué volvió a Salto? ¿Fue por decisión propia?

-No, no. Mi hija Sandra me mandó, porque supuestamente mi hijo (Jorge) debía tener un lugar para mí. Él le comentó de sus intenciones de hacerme una pieza en el fondo de la casa para que yo me quedara a vivir en Salto. Y también le dijo que ahora no podía. Pero ella no esperó. Y de un día para otro me dijo que me iba y me vine.

- O sea que la idea de su hija era que se mudara definitivamente a Salto.

– Sí, esa era su idea. Ella siempre tuvo un problema con que Jorge y su familia estén viviendo acá. Pero si no fuera por él no teníamos más casa. ¿Qué hago yo con la propiedad si no puedo pagar las cuentas?

- Su nieto Paolo dijo que usted tiene dos casas para vivir. ¿Eso es verdad?

– ¿Cuáles son esas dos casas? Eso es lo que quiero saber. ¿Esta y la de Solymar? En la de Solymar, donde vivía con mi hija Sandra, no tenía cocina, no tenía baño, no tenía nada… Sólo tenía una pieza.

-  ¿Sentía que estaba de “agregada” en la casa de su hija?

– Esa es la palabra exacta. Ella vivía en un lado y yo en otro. Muchas veces pasaba dos o tres días sin verla.

- ¿Y cómo se arreglaban con el tema de la comida?

– Yo iba a San Expedito y San Pancracio, en Montevideo, a buscar un surtido para mí. Y ella me daba un platito de comida al mediodía y otro de noche. Y pará de contar.

- ¿Con Luis tenía contacto?

– Muy poco. La última vez que lo vi fue en el cumpleaños de su nena, que se hizo en Haras del Lago.

- ¿Cree que estaba al tanto de su situación?

– No, no. Nunca supo nada, porque mi hija, o sea su madre, es muy celosa, y cuando uno está cerca de él, ella está continuamente encima para controlar. No porque Luis sea mala persona, es porque ella no quiere que él se entere de la mitad de las cosas.

- Pero ahora su situación se hizo pública, es imposible que él no esté al tanto.

– Sí, porque hasta una señora amiga que se encuentra en Nueva York se enteró del tema. Así que ahora Luis debe saber cómo es el tema.

- ¿Y en este tiempo no se comunicó con usted?

– No, a mí no me llamó para nada. Hace un año que no hablo con él. Puede ser que no tenga más mi número de celular. Al nene chiquito que tiene ahora no lo conozco. Yo nunca supe el número de Luis. Aunque sé que mi nuera llamó a Sofía, su esposa, y le contó la situación tal cual es.

“REGALARON MIS COSAS”

- ¿Está desilusionada por la actitud de Luis?

– Hay muchas cosas que él sigue sin saber. Estoy segura. Porque cuando mi hija habla, todos se callan.

- ¿Con qué pertenencias llegó a Salto?

– Con dos bolsas de nailon. Después me mandaron una valija con ropa que ya no uso.

- ¿Qué pasó con el resto de sus cosas?

– Ella (por Sandra) las regaló.

- ¿Las regaló?

– Sí. Hace unos días fui a Solymar a recuperar mis cosas. Llegué a las cuatro de la tarde y mi hija no estaba. Cuando llegó, me preguntó: “¿qué hacés acá?” Fui hasta mi pieza y no tenía nada, sólo la heladera. Y ella me dijo: “ahora te vas a tener que ir”. Y de noche me embarcó para Salto.

- ¿Está dolida con su hija?

– ¿Qué le parece? Todo lo vi con mis propios ojos, no me lo contaron. Cuando le pregunté por mis cosas, me contestó: “las regalé”. No me quedó ni siquiera una toalla, nada… Tenía un juego de comedor, una mesa redonda, y ahora no tengo ni un repasador.

- ¿Qué ingresos percibe por mes?

-Yo tengo una pensión por invalidez que es mínima. Son 5.000 pesos por mes, pero ahora cobro $1.900 porque tengo préstamos que aún estoy pagando.  Uno cuenta estas cosas y la gente no las cree. Y Luis no está enterado de estas cosas.

-¿No intentó hablar con él?

-Una vez yo quise hacerlo, pero nunca pude.

- ¿Sus nietos alguna vez la ayudaron económicamente?

– Paolo jamás en la vida me hizo un giro, ni de 100 pesos. Y una vez, en la época que Luis le mandaba una mensualidad a la madre, ésta me dio 2.000 pesos a mí. Después, cuando le puso la casa de Solymar a nombre de ella, le cortó la mensualidad. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Paolo nunca ayudó a la madre.

- ¿Luis ayudó a algún otro miembro de la familia?

– A una hermana le compró una casa de dos pisos en Solymar, que es preciosa. A él le hicieron un reportaje en un canal donde dijo que lo primero es la familia. ¿Qué familia? La casita donde vive la madre es la primera que compró, y después le regaló esa casa a la hermana porque vivía en un ranchito. Y pará de contar… A mí nunca me dio nada.

- ¿Le gustaría que sus nietos vinieran a verla cuando regresen a Uruguay?

– Estoy convencida de que no van a venir a verme. ¿Por qué? Por las circunstancias, porque la madre les pudre el “marote” y no los deja.

– Pero estamos hablando de personas grandes, no de niños.

– Sí, pero ellos hacen lo que la madre dice. La mitad de las cosas no les cuenta. Antes yo tenía otro carácter y otra voluntad, pero ahora estoy en una condición diferente y tengo que hacer lo que me dicen. Pero que mis nietos se queden tranquilos que voy a salir adelante sin su apoyo.

“¡Por primera vez en la vida duermo en un sommier!”

María Josefa está encantada con su nuevo hogar. La abuela comparte una residencia municipal junto a otras personas de su edad y está fascinada con las comodidades de la misma.

“Nunca estuve mejor. ¡No sabés lo que es la residencia! Contarte es poco. Es espectacular. Tenemos servicio de mucamas, enfermeras, cocineras…  Tengo aire acondicionado en mi habitación. ¡Y por primera vez en la vida duermo en un sommier!”.

-De todas formas usted quiere vivir con su hijo, ¿no?

-Por supuesto. Ya que estoy en Salto, sería lo ideal. Mi hijo no pidió nada, pero la gente de la Intendencia prometió hacer el esfuerzo para proveerle los materiales para construirme una pieza. Pero pase lo que pase, la gente de la Intendencia ya cumplió conmigo. Sergio Acuña (encargado del Comité de Emergencia de la comuna) se interiorizó de mi situación y habló con mi hijo, y nos planteó esta posibilidad. Y en realidad, fue una solución espectacular, de la que estoy muy agradecida.

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